Herencia y Legado

El Origen de Finca Grandez

Nuestra historia es la de nuestros abuelos, Artemio y Aurora. Hace más de sesenta años, con sus manos sembraron en las tierras de Amazonas mucho más que café: sembraron las raíces de nuestro futuro, convirtiendo cada grano en el sustento que cuidaría de nuestra familia.
Comenzaron cerca del río Shocol, pero una inundación lo arrasó todo, llevándose los sembríos y dejando la tierra estéril. Pudo ser el final, pero para ellos fue solo un desvío. Con una fe inquebrantable, se trasladaron a Mitopampa para empezar de nuevo, reafirmando con cada planta que su promesa con esta tierra era para siempre.
Con el tiempo, las fuerzas de nuestros abuelos menguaron y los cafetales se fueron silenciando. Tras la partida de don Artemio, la finca pasó a manos de su hija María, nuestra madre . En ese momento, nosotras, sus hijas, tomamos una decisión: no dejaríamos que el eco de esa historia se apagara. Juramos reavivar el legado que corría por nuestras venas.
El camino fue duro. Nuestra primera cosecha, lograda con más corazón que experiencia, no encontró quien la valorara y tuvimos que malvenderla. Esa herida, sin embargo, nos enseñó la lección más importante: para honrar el sacrificio de nuestros abuelos, no bastaba con sembrar. Debíamos convertirnos en las guardianas de su calidad.
Así nació Finca Grandez, no como una marca, sino como el arca para proteger esta herencia. Cada técnica que aprendimos y cada nuevo grano que sembramos desde 2018, lo hemos hecho con un único propósito: mantener viva la memoria de Artemio y Aurora.
Por eso, lo que te ofrecemos va más allá del café. Es la oportunidad de unirte a nuestra misión. Cada vez que eliges Finca Grandez, te conviertes en parte fundamental de este legado, permitiendo que el esfuerzo, el sacrificio y el amor de nuestros abuelos sigan dando sus frutos hoy.